4 de abril de 2008

Húmeda sensación de compañía

Un hombre que corre lastimado y se sube, de golpe y sin pedir permiso, al auto de una mujer. Hasta ahí el espectador no sabe el factor común de estas dos historias. Pasara una hora de película y aun no se develará que une a la tristeza de Alma con el tormento de Roberto, pero luego de conocerse por casualidad, y de sus posteriores encuentros, verán una nueva realidad.

La película va cobrando movimiento, no por dinamismo ni por mostrar variados fondos escenográficos, sino más bien porque un 80 por ciento de ella transcurre durante los viajes arriba del a uto, el mismo que desde hace días es la vivienda de Alma, el mismo que alojará diálogos cortantes, y en el cual se ira develando la historia de estos dos personajes que se muestran temerosos y a la ofensiva; ocultando sus miedos detrás de un cigarrillo mojado.

Así como la llovizna en el parabrisas del auto de Alma, la película corre lenta. Será la incógnita, bien planteada al comienzo, por descubrir cuál es el dolor que oprime a los personajes, la que mantendrá la luz en esta historia melancólica repleta de oscuridad y fondos húmedos.

Al llegar al final el espectador no encontrará más que un desarraigo amoroso; ella se fugó de una relación de un año, y una historia familiar; él llega de España a enterrar aun padre ausente, pero los gestos, las gotas de agua, las miradas, los profundos silencios, en sí, el enfoque de detalles que muestra Lluvia, en los cuales reparó la directora, Paula Fernández, salpicarán a pensar que ese sexo fugaz que mantienen, obviamente en el auto durante sus últimas horas juntos, no es un romance sino la simple necesidad de sentirse acompañados, de poder hablar de lo que sea, con quien sea, durante tres días de lluvia incesante en Buenos Aires con la simplicidad de querer aplacar la angustia.


Lluvia, con Ernesto Alterio - Valeria Bertucelli

Maria Guadalupe Fernandez

1 comentario:

errebe dijo...

Muy buen arranque, espero más de este blog. Felicitaciones.