El ofrecimiento no era muy bien pago. Había que concurrir los días miércoles, durante tres horas, por el lapso de cinco semanas. A cambio, recibiríamos la módica suma de 150 pesos en concepto de viáticos. Es decir, no nos pagarían por el trabajo en sí. Pero eso es lo menos importante.
La experiencia no tenía nada que ver con periodismo. ¿Qué aprendizaje se podría obtener de todo esto? Ninguno. ¿Cómo podríamos aplicar en este concurso los conocimientos aprendidos en nuestra carrera? De ninguna forma.
Lo peor de todo es que el suplemento pretende contratar personas que nada tienen que ver con la música y, mucho menos, con la poesía. ¿No existe acaso una carrera llamada Letras en donde muchos jóvenes estudian esto? ¿Acaso no hay suficientes poetas idóneos que podrían juzgar letras de canciones mucho mejor que nosotros?
Imaginemos la siguiente situación: un joven X se dedica a escribir. Quizás, pasa días enteros dando vuelta las palabras y buscando la mejor forma de expresar lo que siente. Escribe cuentos, ensayos y poemas.
Este muchacho se entera del concurso organizado por el diario más vendido del país. “¡Qué buena oportunidad!”, pensará el frustrado escritor. “¿Y el jurado?”. Nada menos que el Cucho Parisi, cantante de Los Auténticos Decadentes, Bebe Contepomi, conductor de La Viola en TN, el Mono Fabio, integrante de Kapanga, Sebastián Wainraich, de Radio X4, y José Bellas, el mismísimo editor del Sí!.
Pero lo que este inocente escritor no sabe es que antes de que su tan amada letra llegue siquiera a pasar por las manos del jurado, será leída y preseleccionada por un estudiante de periodismo, que nada tiene que ver con la música y la poesía. Tal vez su letra no era la mejor, o sí. Pero nunca lo sabrán ni él ni el notable jurado.
En un país en donde es casi imposible trabajar de lo que se estudió o, al menos, ejercer aunque más no sea ad honorem la profesión, invitar a estudiantes de periodismo a seleccionar letras de canciones es no sólo poco ético, sino injusto para con los ingenuos participantes.
Mientras tanto, miles de participantes pasarán horas intentando lograr una buena letra, las registrarán y las enviarán ilusionados a la casilla de correo correspondiente, sin saber que tal vez sí tienen talento y sí merecen ganar, sólo que un grupo de novatos jueces no lo supo apreciar.